Iba caminando por un pasillo de la Universidad, justamente dónde estaban los "Departamentos" antes de que la Escuela de Administración se mudara al nuevo edificio. Pasé frente al Teatro, a la Librería, la entrada de la Biblioteca, los salones que se usaban para los cubículos de los Profesores.
El pasillo estaba congestionado, pero no saturado, como en mis primeros tiempos de docencia, costaba caminar sin tropezar con alguien.
Llegué a la zona de los “agachaitos” (vendedores de utensilios y libros que se colocaban en el piso con una manta, de los “fotocopiadores” informales y de algún que otro vendedor de chucherías. Era una caminata a través del pasillo de la nostalgia.
Salí al jardín, crucé como quién va a la antigua Dirección de Escuela. Pude ver el cafetín lleno de jóvenes, merendaban.
Subí por unas escaleras (bien desubicadas respecto a la realidad) al piso de aulas, me detuve en el detalle de las barandas aluminio, mientras iba por el pasillo miraba que en todos los salones estaban dando clases, ¿saben? cuando uno va por un pasillo así, parece recorrer la galería del arte de la Docencia en la que cada cuadro es un fragmento de un discurso que da un profesor a sus alumnos.
Entré al salón, di una clase de “Finanzas Públicas” (el tema: no lo puedo precisar), tenía un “opascopio”. El salón estaba lleno (como en aquella época de tener que atender cinco secciones de 60 alumnos cada una). La clase fue placentera, los alumnos eran muy avisados, participaban, cuestionaban, discutían… (Realmente como antes. No he tenido una clase así desde mi último intensivo de “Economía 2”, ni me sentía tan bien en una clase desde mis “Cursos Especiales de Grado”).
La clase terminó también como en aquellos tiempos… con los alumnos deteniéndome con preguntas y argumentos sobre el tema que tratamos, que por alguna razón del universo onírico no puedo saber cuál era.
Tuve que “cortales la nota” tenía otra clase, ahora en el edificio nuevo (en el sueño no me percaté que la Escuela nunca llegó a funcionar simultáneamente en ambas sedes).
Yo me fui caminando, crucé el estacionamiento, pasé frente al Rosal, no tenía el esplendor de las fotos que alguna vez me enseño mi madre de la época en que ella estudió allí; pero tampoco estaba desértico como ahora. Pasé frente al Oceanográfico. Pasé frente la sede de APUDONS (la Asociación de Profesores) que aún era la zona más bonita del Campus (hoy en ruinas), me dispuse a bajar por las largas escaleras (que al parecer unían el pasado con el presente).
Una vez en la sede nueva de la Escuela me dirigí al salón de mi próxima clase, era en el aula EA-07 (lo sé por la ubicación, porque nunca he podido leer en mis sueños).
Ya la Universidad, abajo, estaba más vacía; las secciones eran más pequeñas, a lo sumo, entre 15 y 20 estudiantes.
La clase ahora no era tan interesante. Los estudiantes parecían espectadores ajenos y apurados. Tampoco recuerdo el tema (supongo que era el mismo que de arriba).
Hubo un momento en que me salí de clases y conversé con un grupo de estudiantes que estaban reunidos para organizar una protesta por comedor y transporte (ni idea de que conversamos).
Cuando regresaba al salón me interceptaron las Profesoras Zonia y Juana (aún eran Directora de Escuela y Jefa de Departamento respectivamente). Ellas, me dijeron que era muy tarde… miré al oeste y si, ya se estaba formando el crepúsculo (que bien se sintió volver a verlo al salir de un salón de clase). Los crepúsculos de Cumaná son estupendos, ningún sueño los puede exagerar.
También me pidieron que les diera “la cola” a cualquier lugar de Cumaná que ellas de allí podían tomar una “autobús” hasta sus casas.
Entré al salón y tuve que despedir a los muchachos sin terminar la clase.
Salieron todos. Cuando iba a cerrar el salón noté que en escritorio estaba un “retroproyector” y unos papeles (ni idea de dónde salieron). Me dispuse a llevarlo a mi oficina.
Llegamos al Edificio Administrativo de la Escuela, subimos a mi oficina, al entrar estaba esplendida, equipada… como en la época en que esas oficinas (de la Escuela de Administración) eran la envidia de toda la Universidad.
Noté que mi pizarra de la oficina, con la que solía resolver dudas en caso de ser necesario cuando algún estudiante iba a consulta, estaba llena de los dibujos que solían hacer Sandra, Lisett y Rocío (Un trio de estudiantes inolvidables que me visitaban bastante para hablar de cualquier cosa y que en el ínterin llenaban la pizarra de “arte”).
Coloqué el retroproyector en un estante y las hojas sobre el escritorio. Entonces miré que sobre ese mueble estaba unos libros de “Derecho”, eran de mi padre (en la mañana estuve en la oficina de mi esposa y viví una escena igual, en su escritorio estaban algunos de sus libros de “Derecho”).
Le dije a mis acompañantes (las dos colegas), que tenía que llevármelos, que era una lástima no poder dejarlos allí porque podían robárselo el fin de semana (entonces deduje que era viernes).
Salimos de allí hacia mi camioneta (¡Si! Ahora resulta que tenía la “Super Bronco”), pero el recorrido de salida era desolador… todo había cambiado (al estilo “Silent Hill”) las puertas rotas, las oficinas saqueadas… ya no estaba el crepúsculo, las tinieblas comenzaban a dominar… justo antes de despertarme (hace como 15 minutos).
Me dispuse a escribir esto bien temprano antes de que se me olvidaran las cosas, no suelo retener mucho mis sueños…
Fue un sueño que terminó feo, triste… qué mal se sintió al final!
PD. No fue un sueño tan largo. Los comentarios que acompañan al hecho son post-oníricos
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